Un lugar conocido como Europa
Vamos a contar una historia sobre Europa.
Tiro es una antiquísima ciudad situada en el sur del Líbano, la antigua Fenicia. Un auténtico crisol histórico de comunidades cristianas y musulmanas. Y por tanto, uno de los lugares del planeta más propensos a belicosidades diversas, en el que en los últimos setenta años no ha tenido un periodo de paz digno de ser llamado así.
Israel, Palestina, Siria, Líbano, Egipto, Jordania… han sido lugares donde constantemente se ha escenificado la barbarie de la guerra…y eso que son lugares carentes de materias primas que puedan ser codiciadas por algunas potencias, tengan el status de “nación” o de “multinacional”.
En la mitología griega, Europa era una mujer fenicia habitante de la ciudad de Tiro. La mujer que acabaría por bautizar con su nombre el continente que ahora habitamos. Según esas historias legendarias, esta mujer fue seducida por el gran dios Zeus, el cual se transformó en toro para lograr sus propósitos. Pero la seducción no fue muy afortunada, ya que acabó por secuestrarla y llevarla a Creta, un lugar especialmente ligado a su nacimiento e infancia. Este suceso fue conocido a partir de entonces como el famoso “Rapto de Europa”.
Pero Zeus no por ello dejó de ser generoso, ya que convirtió a Europa en la primera reina de aquella gran isla. Y con ella tuvo varios hijos, entre otros al famoso rey Minos de Creta…el del “Laberinto del Minotauro”.
Y Minos es realmente importante para el continente europeo. ¿Por qué?
Porque el cretense Minos es el “mannus” germánico o el “manú” hindú o el “Menes” egipcio…el rey que marca la transición histórica y espiritual en este último periodo crucial para occidente y en consecuencia, para todo el planeta. El rey que se supone marca el comienzo de la “HISTORIA” en Egipto, hacia el 3.000 a. C.
E Historia (con mayúsculas) no significa que antes no existió nada, significa simplemente que comienza la historia del “ser humano” como ser encargado de evolucionar “conscientemente” su conciencia en este planeta. Ya no como un simple peón prescindible en un mundo de dioses, sino como un rey en su propio mundo.
Nosotros, seres humanos, pasamos en aquellos momentos de ser habitantes de segunda clase en nuestro planeta, para a ser habitantes de pleno derecho, es decir, con derechos (de libertad) pero también con deberes. De importantísimos deberes. Llevamos cinco mil años en este tránsito. El mismo periodo del que hablan los mayas en su mítico calendario.
Hasta ese momento, el planeta fue una cosa de “dioses”…y de “semidioses”. No quiere decir que el humano no existiese…quiere decir que simplemente éramos esclavos en nuestro propio mundo, aquel que nos había visto nacer. Pero por distintas causas, este planeta, del que nos consideramos propietarios, pasó también a ser cosa “nuestra”.
Curiosamente, ese momento crucial para el planeta queda plasmado mitológicamente con ese “Rapto de Europa” y el nacimiento de Minos. Por eso el continente que habitamos tomó su nombre…EUROPA. Y por eso Europa ha sido el centro energético (con sus matices particulares) del mundo durante estos últimos miles de años. Y lo sigue siendo a través de su sucursal norteamericana.
Si miramos Europa desde la distancia de un mapa geográfico del planeta, no parece más que una pequeña península de un mega continente formado en su gran mayoría por eso que hoy día conocemos como Asia. Pero en realidad, Europa no acaba en los Urales rusos, como nos tratan de convencer artificialmente los mapas, ni la geografía política planetaria. La actual Europa es simplemente una conveniencia.
Por eso, ahora, en estos momentos de transición histórica, energética y espiritual, Europa está sufriendo los embates de tantos errores históricos promovidos desde una realidad que ya no es esta.
Europa es mucho más que eso que conocemos actualmente bajo ese nombre…y hablo simplemente de geografía…por no meterme en berenjenales de más enjundia, que merecen un capítulo propio y aparte.
Trataré de explicarme.
No se trata simplemente de los ricos países ricos de Europa, incluyendo desde las Columnas de Hércules de “nuestra” Iberia, hasta las tierras rusas.
Se trata de más. Se trata, sobre todo, de toda aquella gran zona compuesta por todas las costas que bañan los dos grandes mares interiores de nuestro occidente, es decir, el Mediterráneo y el Negro. Todo ello es Europa. E incluso más allá…hasta la India. Toda esa inmensa zona fue en la que se asentaron unos dioses muy particulares. Una zona a la que convirtieron en su gran feudo.
Curiosamente, cuando en estos momentos vemos relajados desde nuestras casas el famoso Festival musical de Eurovisión, nos extrañamos de que hoy día compitan países como Georgia o Azerbaijan y algunas veces nos preguntamos extrañados ¿Qué pintan esos países en Europa?
Y es que “energéticamente” estamos unidos…aunque ahora no nos acordemos. Sufrimos a los mismos dioses. Los mismos dioses nos crearon y nos enseñaron.
Pero sigamos con las curiosidades. En el lado más oriental de este gran continente Europeo, antiguamente se encontraba un reino que hoy día forma parte del actual estado de Georgia. Aquellas tierras eran conocidas como el Reino de Iberia. Sí, Iberia. Es decir que Iberia cerraba, y cierra, los dos extremos de este gran continente. Por un lado, la actual España, y por el otro, la actual Georgia en el Cáucaso.
Esa Iberia oriental estaba adosada a otro mítico reino, el de la Cólquida (en las costas de mar Negro). De hecho, la actual Georgia, es fruto de la unificación de esa Iberia y de la Cólquida.
Pero, ¿por qué es importante ese reino de la Cólquida?.
Porque es el reino al que se dirigió el griego Jasón y sus míticos compañeros de la nave Argos…los argonautas. Aquella expedición tenía un objetivo, robar el conocido como “Vellocino de Oro”, una piel de carnero, regalo de los dioses… y como todo aquello procedente de los dioses, un objeto que proporcionaba un gran poder. Una expedición que ya por entonces, contaba con el beneplácito de algunos dioses en contra de otros. Una expedición en la que algunos humanos eran “utilizados” en las confrontaciones de los dioses.
Y este Vellocino de Oro o “piel de carnero” es el símbolo de una de las más poderosas órdenes aristocrático-militares de la actual Europa: la Orden del Toison de Oro…de la que nuestros reyes españoles siempre han sido, unos de sus más altos dignatarios.
¿Y qué tiene de particular esta zona concreta del globo?
Pues que es la zona en la que se asentaron desde muy antiguo unos dioses muy particulares. La zona en la que ellos establecieron sus dominios. La zona que con el tiempo, los romanos trataron, sin conseguirlo, de volver a hacer suya bajo la denominación de “Mare Nostrum”. Un mar que a día de hoy, está cojo, ya que solo se piensa en él desde la perspectiva del actual norte rico, europeo y cristiano, en contra de sus costas sureñas, pobres, musulmanas y africanas, y en contra de sus violentas costas orientales.
Esos dioses fueron los mismos de los que hablan todas las mitologías occidentales, desde la Sumeria y mesopotámica, hasta la Egipcia, la griega o la germánica. Y tuvieron algo de particular. Que hicieron y deshicieron a su antojo en todas estas tierras durante mucho, mucho tiempo.
Son esas cruentas guerras que se narran en los relatos mitológicos.
Son los mismos pero con distintos nombres. Son los Elohim bíblicos, los arcontes del gnosticismo y su líder, el Demiurgo, son los anunnaki sumerios, son los dioses del panteón griego o escandinavo o védico.
Estos dioses, de un grandísimo poderío, guerrearon entre ellos durante milenios de nuestro tiempo. El humano por entonces no era considerado un ser digno de ser tenido en cuenta. Éramos algo así como simples mascotas en medio de un mundo de poderosos dioses repartidos por todas aquellas tierras.
Nuestra Edad Media y Renacimiento, son buen reflejo de lo que pudieron ser aquellos tiempos antiguos en los que los dioses dominaban el planeta. Varios reyes se disputaban el poder. Y cada uno de ellos contaba con numerosos vasallos que dirigían pequeños (y no tan pequeños) feudos.
Unos dioses a los que les gustaba sobremanera guerrear entre sí. Y cuando ya no pudieron estar directamente al frente de aquellas tierras, crearon unos títeres a través de los cuales, ellos siguiesen influyendo en nosotros. Esos títeres se repartieron por el mundo tomando el poder de países. Un poder que se repartieron en las dos facetas más importantes por entonces: el poder real y el poder religioso.
Y cuando fueron obligados a abandonar este que hoy consideramos nuestro mundo, prestaron ayuda a sus títeres de la misma manera que tramaron conjuras contra los títeres de sus enemigos.
Como sucedió en la Guerra de Troya en la que algunos dioses como Afrodita, Apolo, Ares o Artemisa se posicionaron a favor de los troyanos, y Atenea, Hefesto, Hera, Hermes o Poseidón a favor de los griegos.
Hoy día, aunque nos cueste creerlo, la situación no ha cambiado demasiado.
Y con el paso del tiempo, ampliaron una rama más a su árbol de poder.
Porque los tiempos cambian y el ser humano también. Y el poder absoluto de la realeza o de la Iglesia, debía ser “camuflado” para que el ser humano pareciese que gozaba de cierta libertad. Esa nueva rama creada en su estrategia de dominio fue la “economía” y todo lo ligado a ella. Convirtieron al “dinero” en el nuevo paradigma planetario.
Ellos tomaron también el poder de importantes instituciones y organismos a través de los cuales poder dirigir sin el conocimiento de la mayoría, al resto de la gran masa planetaria.
Y lo hicieron utilizando dos armas fundamentales: la manipulación y la deuda.
Y se camuflaron entre ellas. Y unas a otras se ayudaron con un único fin. Sojuzgar al ser humano. Para hacer que este no supiese jamás cual era la situación real.
Y los grandes emporios económicos: energéticos, farmacéuticos, alimentarios, de comunicaciones, militares, bancarios, o los enfocados a la belleza y a la moda, o los ligados, como la pornografía, a dar mal alimento a nuestros chakras inferiores, o los directamente implicados en nuestra manipulación, como la publicidad o el deporte de masas…se repartieron su cuota de poder en el planeta.
Y para hacer que aquello que era simplemente inmoral se convirtiera en algo mucho más aparentemente digno, crearon organismos internacionales que les amparasen y les diesen cobertura. De esta manera comenzaron a surgir, bancos mundiales y europeos, organismos de naciones unidas, organismos de la salud, fondos para la infancia, para la educación y la cultura o de ecologismo irreal. Y de esa manera monopolizaron para sí una serie de ideas y propuestas cuyo verdadero fondo debía ser el Corazón y el bien común, pero que en sus manos se convertía en simple corrupción y esclavitud.
Mientras por otro lado seguían agitando los avisperos religiosos (tan útiles para desestabilizar y crear odios viscerales tanto en el pasado como en el presente) con el fin de enemistar al mahometano con el hebreo, al cristiano con el musulmán o al payo con el gitano. O escenificando una jugada maestra, oponer un nihilismo sin creencias a una corrupta religión. El agnosticismo de la no creencia contra la creencia en un dios que solo ha provocado guerras en la humanidad. Simplemente porque ese dios al que han rezado muchos miembros de muchas religiones…NO ES DIOS.
Porque en el fondo, lo que estos seres siempre han temido es que el ser humano amplíe su conciencia, porque esta amplitud nos llevará a darnos cuenta del engaño al que nos tienen sometidos. Y dándonos cuenta del engaño, las posibilidades de salir de él se multiplican exponencialmente, y nos acercaría irremisiblemente a nuestra libertad, y por tanto, el amo se quedaría sin su esclavo.
Pero entre tanto que el ser humano amplía su conciencia y se libera del teatrillo que entre unos cuantos han puesto ante nuestros ojos, esos seres y sus títeres arguyeron una estrategia para aquel viejo continente nacido tras un “Rapto”…y la llamaron “unión europea”.
Y tergiversaron y corrompieron un digno objetivo de Unidad para el bien de todos…y lo convirtieron en una unidad para el bien de unos pocos.
Una unidad que tenía un único objetivo. La esclavitud de esa gran mayoría. Aunque esa esclavitud ya no tuviese argollas físicas en los tobillos, sino grilletes energéticos en los cuellos.
Pero no se dieron cuenta de que esa unión traería otro tipo de “unión”. No una unión económica y por tanto sojuzgadora, sino una “unión de conciencia” liberadora.
Y a esa Unión europea occidental ejemplificadora del Bien, la opusieron otra cosa. Y a eso lo llamaron “Choque de civilizaciones”.
Porque estos seres siempre utilizan la Dualidad para conseguir sus propósitos. A principios del siglo XX la llamaron Capitalismo y a ella la opusieron el comunismo, luego crearon un norte rico en contra de un sur pobre, luego una civilización cristiana en contra de una aparente incivilización musulmana o viceversa.
Da lo mismo el nombre. Lo verdaderamente importante es que ninguno de los dos polos de la dualidad es bueno ni malo porque los dos son controlados por la misma oscuridad. Son simplemente peones manipulados para que unos pocos consigan sus propósitos de dominio planetario.
…pero como decía, llegó un momento hace unos miles de años, en que estos dioses fueron “obligados” a desaparecer de nuestra realidad. Y lo que hasta entonces habían hecho sin esconderse tuvieron que pasar a hacerlo a hurtadillas. Y esto no les gustó a aquellos seres que pensaban que aquel “coto de caza” del que les estaban “echando” era suyo en propiedad.
Y aunque obligados a abandonar esas tierras, tramaron sus estrategias para no desaparecer del todo de ellas. Y para ello crearon unos linajes especiales, dóciles y fáciles de manipular mediante las ansias de poder y un ego desorbitado. Esos dioses son los seres que indirectamente nos gobiernan desde las sombras a través de sus títeres humanos, sobornados por pequeñas dádivas de poder.
Y en el medio de todas esas disputas, nosotros los humanos.
Unos humanos que tenemos su genética porque al fin y al cabo, nosotros somos ellos. Compartimos su genética porque fueron ellos los que nos crearon…pero NO SOMOS ELLOS.
Nosotros somos seres cuya misión fundamental es TRASCENDER. Por eso desde hace unos miles de años, la evolución del planeta depende de nosotros…pero es fundamental que antes debemos sustraernos a las influencias de algunos de estos “dioses”.
Nuestro problema es que somos boicoteados constantemente por algunos de estos seres. Hacen de nosotros lo que quieren…porque nos creemos débiles por haber olvidado nuestros orígenes. O lo que es peor, porque muchos han decidido “no creer en nada” como método de oposición a esas élites. Y altaneramente defienden su ateísmo, sin darse cuenta de que esa creencia también está dirigida por esas élites…y les hace un flaco favor.
Por eso nuestra misión fundamental, como seres humanos de este planeta, debe ser siempre la misma. Recordar nuestra herencia, porque si no la recordamos, difícilmente podremos luchar contra algo que no conocemos.
Pero la lucha no es armada. Cuando tomamos las armas, lo único que hacemos es volver a dejarnos influir por algunos de estos seres. Porque eso es lo que ellos pretenden. A la Oscuridad no se la puede vencer con más Oscuridad. Si lo intentamos de esa manera, es que “ya nos han vencido”. La paz no se puede conseguir a través de bombardeos.
Esa lucha solo ha de llevarnos a profundizar en el conocimiento de lo que es la conciencia y en nuestra voluntad de elevarla, para que dejemos de ser susceptibles a la influencia de estos seres. Unos seres que no son todos negativos…ni muchísimo menos. Pero lo cierto es que hay algunos que lo son… y mucho. Y probablemente no sea por pura maldad, sino simplemente por desprecio de algo a lo que consideran absolutamente inferior. De la misma manera que nosotros cuando caminamos por el campo no tenemos cuidado de evitar pisar un brote de hierba.
Pero no olvidemos que aunque negativos, son necesarios. Si no existiesen, nosotros no podríamos oponernos a ellos, ni expresar nuestra voluntad de liberarnos de esa esclavitud y elevar nuestra conciencia hasta lugares en los que “ellos” no tienen ningún poder sobre nosotros.
Ellos existen para que nosotros decidamos con nuestro “libre albedrío”…no ser como ellos.
Esta no es una lucha de la Luz contra la Oscuridad. Esta es una lucha entre distintas facciones de oscuridad, en la que la Luz trata simplemente de que la cosa no se desmande más de lo debido, porque al fin y a la postre, la Luz respeta el Libre Albedrío de todos sus hijos. De ellos, los dioses, y de nosotros, los humanos. Y la Oscuridad es tan necesaria como la Luz. Una no puede existir sin la otra. La Oscuridad no es más que otro estado de la Luz. Y a nosotros nos corresponde experimentar, aprender y tomar decisiones sobre lo que queremos y sobre lo que no queremos para nosotros y por tanto, para los demás.
Cuando se producen barbaridades a nivel planetario, lo son porque están promovidas desde las sombras, para favorecer los intereses de algunos de estos dioses, para los que nosotros, no somos más que hormigas sin importancia.
Pero lo que ellos no han sabido ver es que, nosotros, al fin y al cabo somos sus hijos, aunque seamos bastardos. Y por tanto compartimos sus grandísimos poderes. Tan solo tenemos que darnos cuenta de que los tenemos. Y entre esos poderes están todos aquellos que nos han de liberar de su nefasta influencia. No es un poder que nos convierta en poderosos guerreros capaces de destruir a sus enemigos. Somos guerreros que a través del Amor podemos hacer que “ellos” dejen de ser tan poderosos. Porque lo son simplemente porque nosotros tenemos que redescubrir lo “importantes” que somos.
Por Paco Puebla
Caminando por lugares sagrados